Compartimos con ustedes esta crónica publicada por Roberto Fernández, miembro de nuestro programa, para el portal digital «Crónicas Alienígenas».
Viernes 27 de diciembre en Plaza de la Dignidad
en homenaje a Mauricio Fredes
Es 27 de diciembre. Después de algo más de dos meses desde el comienzo de levantamiento social, las manifestaciones de los viernes en el entorno de la Plaza de la Dignidad siguen siendo masivas y con muchos enfrentamientos entre manifestantes y Carabineros, lo cual ha tenido como consecuencias una gran cantidad de heridas y heridos, alguna/os de ella/os muy graves. Debido a la estrategia de copamiento policial del centro por parte del Intendente de Santiago, la violencia policial ha sido aún más brutal, dejando por ejemplo un herido grave, aplastado entre dos carros lanza-gases la semana anterior.
Ya está oscureciendo. Me encuentro en la esquina de la Alameda con Ramón Corvalán, una de las zonas de mayores enfrentamientos entre Carabineros y la Primera Línea, jóvenes y no tan jóvenes que se mantiene confrontando a la policía con piedras y barricadas para que ésta no se aproxime hacia la Plaza, donde se reúne el grueso de las y los manifestantes. A pocos metros de ahí, algunos minutos más tarde, moriría Mauricio Fredes, cayendo a un hoyo con agua producto de la arremetida policial. Tal como sucede todos los viernes cuando comienza a oscurecer, Carabineros entra masiva y sucesivamente a la Alameda con carros lanza-agua, lanza-gases y efectivos de infantería, lo que produce la huida de las personas que se encuentran en el lugar para evitar ser agredidas y/o detenidas. Es en esa huida que Mauricio caerá al hoyo donde perderá de la vida. Es en una de esas mismas huidas donde, arrancando de efectivos que nos perseguían a pie, que me tropezaré en un hoyo y caeré violentamente al suelo, quedando medio aturdido y sin poder levantarme, hasta que dos o tres encapuchada/os me recogen y me llevan donde un grupo de voluntarias y voluntarios de primeros auxilios para que me atiendan. Luego de una primera revisión, dado de que no me encuentro en buen estado, me llevan hasta adentro del GAM para que me puedan atender. Entre el aturdimiento y el fuerte dolor que siento en el brazo, escucho la gran cantidad de disparos de perdigones y bombas lacrimógenas que hace la policía, así como los gritos de resistencia de la gente que se mantiene en el lugar. Mientras me atienden con mucha dedicación y profesionalismo, veo cómo van llegando más heridos, principalmente por perdigones. Luego de un rato, me derivan a urgencia y me sacan por una puerta trasera del edificio para poder encontrarme con mi hermana, la cual me ayudará a salir del sector con bastante dificultad por los cortes de tránsitos y las múltiples barricadas que se encuentran por toda la cercanía de la Plaza de la Dignidad.
Mientras me atienden en Urgencias, me enteré de la muerte de Mauricio. Es muy fuerte el impacto. No solamente porque resulta desgarrador que siga muriendo gente debido a la represión, sino que porque murió muy cerca de donde caí, unos cuantos metros, probablemente una hora después de que logré salir del lugar. “La saqué barata” pensé. Podría haber sido cualquiera de las y los que seguimos manifestándonos en el centro, con la convicción absoluta de que la Plaza de la Dignidad es tal cuando se la arrebatamos a la policía que busca por todos los medios impedir el derecho a la protesta social. Pero el precio de la Dignidad es muy alto. Ese día murió Mauricio y se estimó que hubo más de ochenta herida/os y un número indeterminado de detenida/os. A los pocos días, la Intendencia dirá que el festejo de Año Nuevo en la Plaza fue tranquilo, salvo algunos “hechos aislados”. En esos hechos aislados, otro joven pierde un ojo producto del lanzamiento de una bomba lacrimógena a la cara y me llegarán registros de muchas golpizas durante toda la noche.
Dada las circunstancias actuales (primeros días de enero), es probable que no haya pasado lo peor, contrariamente a lo que ha dicho Piñera. La gente sigue movilizada. Hay mucha convicción, mucho compromiso, mucha solidaridad, mucha rabia también. Es evidente que esto no va a parar. Como dice una de las principales consignas del movimiento, Chile Despertó, y no hay vuelta atrás en el camino de la transformación de la sociedad chilena. La gente seguirá ahí, arriesgándose por lo que cree, y las y los etnógrafa/os alienígenas que pensamos que el “estar ahí” de la etnografía es un compromiso con la gente y con el registro crítico y reflexivo de lo que ocurre, también seguiremos ahí.
Roberto Fernández Droguett